El viaje fue maravilloso. Literalmente toqué el cielo con las manos.
La estadía resultó brillante tanto como las calles de esta ciudad.
Inspirada en su historia no podía hacer otra cosa que absorver la cultura por doquier.
Conociendo por los libros las siete maravillas del mundo no podía dejar de pensar en una octava. Todo tan perfecto; la conjunción del agua con la piedra y la imágen de la arquitectura propia de esa época.
Parece mentira que el ser humano haya sido capaz de construir esta inmensidad metálica; metros y metros de hierro mezclados con poesía y tecnología,algo tan difícil
de unir.
Sin embargo en esta ciudad todo se fusiona y se conjuga,cultura, gente, religión, todo tan mezclado y amalgamado como la mismísima humanidad.
A medida que pasa el tiempo disfruto cada vez más de ese viaje, recordando aquellos momentos tan importantes en mi vida. Mis 15 años; momentos imposibles de olvidar.